Carrete de Ruhmkorff

Los descubrimientos de Faraday sobre la inducción en bobinas con núcleo compartido, abrió el camino hacia los transformadores, destinados a modificar el voltaje e intensidad de las corrientes alternas, aprovechando las variaciones de su campo magnético. Constituidos, los transformadores, esencialmente por un núcleo de hierro dulce, sobre el que se bobinan, el circuito primario para la entrada de la corriente y el secundario-os para la salida de la corriente, después de modificada.

Al ser necesarias variaciones del campo magnético para el funcionamiento de los transformadores eléctricos (variaciones implícitas en la corriente alterna y ausentes en las continuas), se complico su aplicación para transformar las dichas corrientes continuas.

CARRETE DE RHUMKORFF

Con un dispositivo que produce una corriente pulsante en el circuito primario, Heinrich Daniel Ruhmkorff consiguió su transformación. En 1851 construyó el aparato que se conoce por "Carrete de Ruhmkorff" en el que, un pequeño voltaje, se multiplica de tal manera (a costa de la intensidad), que es capaz de producir el “arco voltaico”, (el descubrimiento se utiliza en los tubos de Crookes, destinados a producir los rayos X).

El carrete de Ruhmkorff de esta página, ha sido construido con una bobina de alta tensión de un automóvil y el disruptor funciona con un electroimán hecho a partir del circuito primario.

Nuevos horizontes

Observó Pavlov que las descargas eléctricas de un carrete de Ruhmkorff en un tubo Geissler (de vacío con dos electrodos), se producían de forma oscilante, pareciendo propias de una onda, lo que le indujo a pensar, si el electromagnetismo creaba una onda que se transmitía a distancia.
Estas intuiciones impelieron a los científicos a investigar en este campo, con objeto de confirmar la idea de la transmisión a distancia, Heinrich Rudolf Hertz (1875-94), fue el afortunado que tuvo éxito en este empeño, con su resonador eléctrico (ondas Hertzianas).

Un carrete de Ruhmkorff produce una chispa oscilante, oscilación que se refuerza por la capacidad del propio circuito en el cual los máximos y mínimos están relacionados con el salto de la chispa, la capacidad se puede incrementar con las botellas de leyden. Si en las proximidades del carrete de Ruhmkorff (oscilador), cuando se producen las descargas voltaicas, colocamos un aro de cobre, discontinuo, o sea, cortado (resonador), tendrá dos extremos, que podemos regular en aproximación, hasta que, sujetando el aro con un mango aislante llegue el momento en que salte un pequeño arco voltaico en sus extremos. Con este experimento se confirmó que las ondas electromagnéticas, enunciadas por Maxwell, existen y se transmiten a distancia.

Si sujetamos una bombilla de neón por uno de sus terminales, próxima a una máquina electrostática o a alguna otra fuente de radiación como la pantalla de un televisor, la bombilla se enciende por efecto de la circulación de ondas electromagnéticas, que portan en la proximidad del foco de radiación la energía suficiente para encender la bombilla.

Un avance en la detección de las Ondas Electromagnéticas Hertzianas, se efectuó con el empleo del “cohesor” de Édouard Branly (1844-1940), consistente en un tuvo de vidrio conteniendo limaduras metálicas, que se convierten en buenas conductoras de la electricidad cuando son recorridas por las ondas electromagnéticas, este detector, más eficiente de ondas hertzianas, supuso un gran impulso para la utilización del electromagnetismo con fines prácticos.
COHESOR
Hemos efectuado un experimento que confirma este hecho, con un tubo de cristal conteniendo brillantina de carnavales, colocado en serie con la fuente de alimentación de un miliamperímetro, si la brillantina fuese conductora el miliamperímetro se movería, pero por ser la brillantina aislante, el circuito esta cortado y no se detecta el paso de corriente, ahora bien, si en su proximidad, hacemos saltar un arco voltaico de una máquina electrostática, las partículas de purpurina se orientan, se vuelven conductoras y el miliamperímetro inmediatamente se mueve, por haberse establecido continuidad en el circuito.
Con estos antecedentes, Guillermo Marconi (1874-1937), c. 1895 consiguió transmitir y recibir mensajes a distancia, “telegrafía sin hilos”.
Su experimento consistió en emitir por medio de un carrete de Ruhmkorff en serie con un pulsador, “transmisor”, y recibir las señales en un “receptor” constituido por una antena y un cohesor. Cada vez que el cohesor recibe la señal (onda) se hace conductor, cerrando un circuito que pone en marcha un martillito, accionado por un electroimán, que con un golpe deshace la cohesión, se repite el proceso mientras se siga recibiendo ondas electromagnéticas.
Posteriormente para detectar las ondas, se empleo un mineral semiconductor, la galena (sustituyendo al cohesor de Branly).

 

Receptor de Galena

Con la incorporación del micrófono a las transmisiones de Radio Frecuencia se consiguió modular las ondas sonoras y transmitirlas a distancia, una vez convertidas en ondas electromagnéticas. Se empleo como "receptor" un aparato que usaba un detector de galena para rectificar la onda, una bobina como circuito resonante y el auricular

RECEPTOR DE GALENA

 

Siguiente