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cuyas
características, hacían presumir su indudable antigüedad,
en aquel momento su integridad peligraba, por las obras de acondicionamiento,
que en el arroyo estaba realizando la Agencia del Medio Ambiente.
Eran otros tiempos, ya que, inmediatamente se movilizaron todos los partidos
políticos y se consiguió informe
de la Dirección General del Patrimonio Cultural,
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en
el que constaba la antigüedad e interés de la presa, instando
a su conservación. Dicho informe es el que presento, y al que se
accede con los botones al margen.
La presa, muestra o mostraba, una pequeña e interesante parte de
la misma, con contrafuertes, cimentación de grandes pedernales,
fabrica de ladrillo macizo y pequeñas compuertas que sirvieron
para dar salida al agua embalsada. He dicho, “que mostraba”,
ya que la gran erosión que produce el agua del arroyo,
cuyo caudal,
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se
incrementa, con al aumento constante de la población de Móstoles,
poco a poco hace que los restos desaparezcan. Se pueden observar afloramientos
que indican que la presa llegaba hasta la carretera actual de San Marcos,
que junto a ella pasa, y que, la terraza de la finca del Mocheta, hace
poco, servia de estribación a la presa, siendo la terraza rebajada
para ubicar la carretera. |
Si se hubiesen limpiado y protegido los restos, hoy podríamos
ver una parte interesante de nuestro patrimonio, creo, que algo queda
enterrado y se puede recuperar.
Los canales, que de la presa partían, llegando hasta el río
Guadarrama, fueron empleados hasta mediados del siglo XX, con ellos se
regaba la zona conocida como La Vega. Aun se aprecia perfectamente a lo
largo de ambas orillas del arroyo del Soto el recorrido de estos canales.
No es normal observar cortes tan tajantes en las lomas, como los que se
encuentran por donde trascurre el arroyo del Soto, únicamente encuentran
explicación estos cortes, si fueron hechos a propósito para
ampliar la zona de riego y facilitar el paso de los canales.
Al discurrir los canales a un nivel inferior al de la mayoría de
las tierras que con ellos se regaban, desde aljibes preparados al efecto,
se utilizaría algún medio mecánico de elevación,
cuya fuerza motriz, sin duda era la animal. En el siglo pasado se emplearon
bombas elevadoras con motor.
Toda esta zona debió ser explotada agrícolamente con gran
profusión, pues también se utilizó el agua de los
numerosos regatos y cárcavas que al arroyo del Soto desembocan.
En ellos aun se aprecian restos de presas de barro, que sirvieron para
el aprovechamiento máximo del agua de lluvia. Esta opinión
me ha sido corroborada por un antiguo agricultor de la zona, que recuerda
épocas de su niñez, en que se empleaba este sistema de presas.
Dentro del actual parque del soto se encontraban estructuras que han desaparecido,
con el acondicionamiento del arroyo, por lo menos, en lo que a simple
vista se observaba; parecían corresponder a otra presa, situada
a unos 500 m. aguas arriba de la que ya hemos
descrito.
Conseguí ver, por poco tiempo, ya que los movimientos de tierra
la han ocultado, una especie de calzada empedrada, de cantos rodados,
que a un nivel de unos 2 m., inferior al actual, parecía conducir
a estos lugares.
Deduje, de este nuevo descubrimiento, lo que podéis observar en
el dibujo correspondiente. Cuya función, era, elevar de nivel el
agua entre las dos presas, empleando el agua suministrada por el embalse
de la hondonada del Parque del Soto, que a su vez se surtía de
la que suministrada por la cabecera del arroyo del mismo nombre, que venia
de las zonas, de Fuente Cisneros, del Noreste de Móstoles y de
La Cojona de Alcorcón. Probablemente el embalse de la hondonada
estaba incrementado por la labor del hombre.
Una vez el agua elevada, fluía por su propio peso, regulada por
las compuertas correspondientes, para el riego de la Vega. |